(G. Klimt)
Cocinar los dos, en silencio, jugueteando con el roce de nuestros cuerpos en la estrecha cocina.
Mirar de manera furtiva tu entrada, siempre tan sensual, de tu cuerpo desnudo en la ducha.
Ver, a través de las mamparas, como se intuye tu perfil.
El fugaz destape de tu hombro con tu vestido favorito.
La mirada fugaz a tu sonrisa.
El sonido de tu respiración acompasada en el silencio de la cama.
El paseo de tus dedos en mi espalda dormida.
El tono de tu voz en la madrugada.
Ese andar que sabe que tiene mis ojos en tus caderas.