viernes, 9 de septiembre de 2016

21 Años





Hace 21 años.
Tenía 38 años
Llevaba luchando 6 años
No pensaban que iba a sobrevivir más de 6 meses
Un día como hoy fue
Unos de los más tristes de mi vida
Una amiga me preguntaba si podría cesar el dolor
El dolor cesa; hasta se te olvida que pasó. La vida continua y su proceso de acumulación entierra los recuerdos y los dolores
A mi amiga le digo que ahora es recuerdo. Recuerdo de los instantes que tuvimos. Sus hijos, su pareja son la demostración de su existencia. Hoy la recuerdo con nostalgía. Y a ella, con su dolor, también le pasará.
Ya no hay dolor, quizá pena.
Aunque hay momentos en los que la pena me oprime. Cuando mi madre mira con ojos vacíos su fotografía y no la reconoce. La vida también es esto.
Te echo de menos. Siempre.

viernes, 5 de agosto de 2016

Dalí no estuvo allí.

Escribí el texto de Dalí en mayo de 2013.

A veces, solo a veces, echo de menos volver a imaginarme escribiendo palabras.
Pero sé que la autocensura no me permitiría escribir sin sentir algo de vergüenza.
Por eso, busco pequeños momentos en los que vuelvo sobre lo escrito. No cambio nada, aunque la precipitación de entonces (y de ahora) dejara huellas de fallos gramaticales y estructuralesy lo primero que se me ocurre es borrarlo.
En fin, que lo escribí pensando en un pequeño encuentro lleno de sensaciones que no puedo evitar recordar con cariño.
Hoy, cumpliendo nuestra promesa de nuevos reencuentros, de ponernos al día de lo pasado, he vuelto a quedar con ella. No puedo evitar sentir que, con ciertas personas, el tiempo, por contra de lo que se pueda pensar en una relación, mejora.
Tenemos vidas paralelas. Su mundo y el mío se separaron en la adolescencia. Pasamos de las aguadillas a los libros, nos sumergimos en mundos extraños para el otro. Pero seguíamos ahí.
Hoy tendremos otro momento, esta vez sin el pretexto de Dalí. Está vez la excusa es que queremos vernos y saber que podemos contar el uno con el otro, aunque sea solo para escucharnos y sonreirnos. 





                                                          (Muchacha en la ventana. S. Dalí)
Dalí no nos acompañó.
Nosotros quisimos verle tal y cómo él quiere mostrarse.
Pero cuando no es recíproco, no siempre es posible.
Así que nos quedamos junto a la taquilla, con la cara que siempre se queda cuando los deseos no son satisfechos y se quedan al otro lado del cristal.
Siempre que me pasa, recuerdo la imagen de un niño, con la nariz apretada en el cristal, y el vaho pintando una sonrisa triste, mientras mira un pastel, uno de esos con mucha crema (que a mi no me gustan) Sabe que lo que desea está dentro, hierático, ajeno a él. No sabe el pastel el deseo que deposita en un niño; si lo supiera, igual se ablandaría; perdería esa altivez y miraría también al niño, sabiendo que su fin es, precisamente, saberse deseado, y satisfacer esa mirada a través del estómago.
Pero nunca es así.
El niño se quedará mirando, igual que nosotros al reclamo publicitario de Dalí, dentro de la taquilla.

¿Una caña?
Es la pregunta obligada después de una decepción, quizá anunciada.
Encontramos pronto un lugar con cañas y croquetas... Conversación y momentos. Cuando eso fluye, la intimidad de los instantes se convierten en recuerdos.

No hay como una amiga para saberse mejor. Para que los males, los suyos y los míos, sean más ligeros y con menos peso. Una risa tranquila, un amago de tristeza nos recorre de vez en cuando, pero no nos dejamos. Estamos para compartir y recordar que una vez fuimos algo más que ausencias. Que la amistad perdura a través del tiempo.

La tarde termina en otro lugar, con té y pastas.

Música de fondo que me trae recuerdos de la canción y de la cantante

 

Promesas de vernos que cumpliremos porque no hay nada como cumplir con los amigos de verdad, y saber que quieres hacerlo.

Hoy me he sentido libre. Hoy he decidido que me da igual el color de las paredes de mi casa y que no voy a pintar. Hoy he decidido volver solo por otro té (te encuentro se llama) y tomarlo mientras escribo, o no.

Y, durante unos momentos, incluso, me he olvidado de tu olvido.