martes, 11 de septiembre de 2012

Another lonely day

Inicio despacio mis pasos de nuevo por el blog.
No sé si llegaré a mañana.
Mañana es un adverbio de tiempo, así que no dispongo de los datos necesarios para saber qué pasará mañana. Es solo un intento por dar, de nuevo, pasos.

Gran canción de Ben Harper.


martes, 21 de febrero de 2012

Mañanas raras



Pastosa la boca; difícil vomitar palabras.
La mente va lenta, despierda despacio.

Mastico los pensamientos de la noche en blanco; los rumio hasta que se forma una bola enorme que tengo que expulsar. Un trago de café. Uno más. No sumo las tazas que me he tomado; supongo que si fueran piezas de fruta cumpliría los estándares que nos venden las campañas gubernamentales.
Se junta el café con la bola. Mastico de nuevo. Imágenes inventadas en mi mente. Construyo historias que forman otras. Evolucionan haciendo uso de mis recuerdos y transforman mi imaginación en un entramado complejo simulando las historias de Jane Austen.
Miro sin ver, veo lo que no quiero saber. No sé lo que quiero ver.
Amaceció el viernes por la noche, y mi cabeza ha logrado transcenderme. Es un órgano independiente de conocimiento que hace tiempo que no manejo. Ha decidido por su cuenta llevar al límite el resto del cuerpo.
Un solitario juego en el que vencer no es ganar. 
Quiere saber cual es el límite del cuerpo humano. Quiere descubrir si la falta de sueño produce monstruos.
Yo le interrumpo; le digo que no hace falta, que yo me invento los monstruos que quiera. Ni siquiera eso; hay monstruos que están ya en mis recuerdos y que son la esencia de lo maligno.
Da igual. Me quiere hundir. 
Pero recuerda, mi querida mente; no caeré solo. Tú caerás conmigo.
En fin... un día raro.

miércoles, 1 de febrero de 2012

Y me dio la una


(Vettriano / Los siete pecados capitales)
 (Pensamientos oscuros leídos en mayo del 2014, pero incluidos en la fecha en la que fueron escritos)

La una... la una y cuarto.
La sensación de lejanía, de estar en un mundo que no puedo compartir, me sume en pensamientos que se depositan en el fondo oscuro de mi materia gris.
Amor propio, orgullo, frustración, dudas, desamor, mentiras, traición

... sí; sobre todo mentiras. Es la palabra que aglutina, que liga y da sentido a las otras.
No me cansa mentirme. Una y otra vez. Alguna vez conseguiré llegar a un momento de equilibrio, en el que esas palabras dejen de significar lo que intuyo, lo que sé, y me trasladen al sentimiento puro, al genuino, de cada uno de ellas.
Bastante tengo con aguantarme las ganas de salir corriendo y no parar. 

De dejar el libro de mis palabras interiores a medio leer, y quedarme con estas y regodearme con su sonido, con la sonoridad que produce cada una de ellas.

martes, 24 de enero de 2012

Aprendiendo a respirar

F. Leighton (Sol ardiente de Junio)

Algo más.
Respiraba con la boca abierta, como un pez que abre la boca, cogiendo bocanadas de vacío y olvido. El presente era pasado y futuro era una palabra que no tenía definición en mi vida.

La primera aproximación a tu mundo fue con las palabras escritas. letras llenas de sonrisas. De manos grandes y calientes jugando con bolas de nieve.

No podría imaginar ni en mis mejores días que tras el mundo paralelo que se movía al margen de mí, apareciera alguien como tú.

Después las voz a través del teléfono... llena de convicción, de saber, de conocimiento. El ritmo de tu voz era luz, vitalidad. Ganas de sonrisa y de optimismo.

No eras real. La realidad es otra cosa. Es tristeza. Es gris y atormentada. Son sueños rotos en papeles de colores que se mueven al ritmo de las mareas de gente que salen del metro con cara de disgusto.

No podías ser real. Y sin embargo, tus palabras me hacian viajar a otra realidad. Viajaba a mundos llenos de luz y alegría. Y descubría que sí. Que si miraba en el interior de la vida que ya era historia, aparecían las novelas paralelas de mi vida, dando sentido a mi existencia. No podía abandonar ni dejar a la deriva mis sueños, teniendo alguien como tú cerca.

Después de un tiempo me atreví a confirmar que esas palabras, esa voz tenían un ser corpóreo del que brotaba todo. Y sin que tuvieras que decir nada, tus ojos iluminados incluso con heridas abiertas que goteaban tristeza, me dijeron que existias. Que eras real. Que ya había llegado a puerto.
Inspiré. El olor a ti me sigue llenando de ilusión.