viernes, 2 de mayo de 2014

No me lo puedo creer...

jueves, 3 de abril de 2014

El hombre tranquilo


Fray Antonio Martelli (Caravaggio 1608)


Aranciata Esagerata (http://aranciataesagerata.blogspot.com.es) me ha regalado este microrrelato. Que dispusiera de él para añadir quizá un párrafo. Prefiero dejarlo tal y cómo está, aportando, solo, el cuadro que acompaña a esta entrada.
Gracias Aranciata. Un regalo como este no es un simple presente. 


"El hombre tranquilo apareció en escena. Recitó con potente voz las líneas de su breve pero intenso papel, y con la misma discreción con la que entró, hizo mutis por el foro. Seguidamente cayó el telón. La tribuna no sabía si aquel era el presagio del fina de la obra, así que contuvo durante unos instantes el aplauso en espera de que alguna señal en el escenario lo indicase de forma más patente.

No salen pues los actores a saludar. Es posible que, aturdido, el publico acabe comprendiendo que al igual que el hombre tranquilo, ellos deben abandonar el patio de butacas por la puerta señalada con un letrero luminoso que indica la palabra SALIDA. Pero hasta que las luces de las arañas se enciendan, los perplejos espectadores murmuran entre ellos y reacomodan sus coxis en las incómodas butacas de terciopelo burdeos que otras tantas posaderas fueron ablandando y amoldando antes que las suyas"

jueves, 16 de enero de 2014

Una tarde



Fue una tarde.
No tuve necesidad de más tiempo.
Su mirada acompañaba a las palabras y las convertía en entusiasmo.
Sus ojos pequeños, profundos, me hipnotizaban y no podía mirar a ningún lado salvo a su rostro.
No fue más que una tarde. Una tarde de primavera.
Y desde ese instante, tuve la certeza que no habría nadie como ella. 
Una tarde. Fui afortunado.
A veces, en una vida, no tienes una tarde para recordar siempre.