viernes, 31 de diciembre de 2010



Por muchas cosas...
Por sentir a la persona que más quiero un poco más lejos de mí...
Por ver mis sueños convertidos en pesadillas...
Por no saber que los sueños son eso, y no pueden ser otra cosa...
Por intentar que los sueños sean las realidades soñadas...
Por mi incapacidad para amar.
Por no poder amar a quien durante tanto tiempo he amado.

Por tantas cosas, este año ha sido, está siendo, sin quitar la posibilidad de que tenga algún año peor, el más triste que recuerdo. Pero todo es suceptible de empeorar. Y yo pensaba que el año pasado no iba a poder superarlo...
Sin duda también he tenido momentos buenos... pero el balance ha sido negativo. No lo traslado a nadie. Sé que yo he sido parte integrante de que el año saliera así, con este color gris que sólo quiero olvidar.
Esta noche será una noche de alegría, porque este año termina. Y saldré al campo... y gritaré hasta quedarme ronco.
Feliz 2011

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Moby Dick

Extracto de la película dirigida por John Huston y basado en la obra de Herman Melville. Una de las escenas más brillantes se situa en la iglesia; el sermón, en una breve pero intensa interpretación de Orson Wells, es inolvidable...

miércoles, 4 de agosto de 2010

Mi paseo


(tormenta de nieve- Turner)

Paseo por mis mundos;
descubro esquinas que antes se ocultaban en mis miedos.
Aparecen miedos en las avenidas anchas,
mientras los nubarrones amenazan tormentas,
y olor a tierra mojada.
Aparecen nuevos colores, con el arco iris lleno
de matices prohibidos hasta ahora.
Ando temeroso... La libertad se ha adueñado
de mi, y me llena de dudas.
El sendero está lleno de zanjas por descubrir.
El paso ahora ya no es seguro, y, sin embargo,
no cambiaría este paso vacilante por nada.

viernes, 4 de junio de 2010

16 tons (Tennessee ernie Ford)



Música para el recuerdo...
Que lo disfruteis.

lunes, 31 de mayo de 2010

El Rosetón




El Rosetón de la Catedral parecía cargado de oscuridad. Traducía los nubarrones que en el exterior clamaban lluvia.

Sentado en los primeros bancos, no dejaba de ver la hermosura de sus trazos, la delicadeza de sus imágenes. Todo se intuía bello, pero oscuro. No había luz que desde el exterior le diera vida a ese rosetón.

La catedral en silencio, no ayudaba a sentirme seguro. Temía tener que salir de allí invadido por ese callar majestuoso, y por los grises que inundaban hasta mi corazón.

Las nubes, quizá en un arrebato de arrepentimiento, quizá por la idea de que la oscuridad que transportaban no era más que la necesidad de limpiar las calles de almas sucias pero que las almas limpias no se merecían ese gris amanecer, se ablandaron y dejaron asomar unos rayos de luz.

Y en un instante, como la sonrisa poderosa del niño, la luz entró a través del Rosetón… Tardó un instante en reflejar su belleza; quizá sujetó unos instantes esos rayos de luz para poder concentrarse e iluminarse más aún.

Y se iluminó la Catedral.

Y el Rosetón cambió. Su luz me dijo que la belleza la conservaba. Y parecía prometer que ninguna nube negra le quitaría de nuevo su grandeza.

lunes, 24 de mayo de 2010

Frente al mar


(Gehard Richter- Mar)

Esta mañana contemplaba absorto, una y otra vez, el video de una amiga que, durante 18 segundos dejaba grabado el sonido del mar, junto con el oleaje azul que llegaba sereno a una playa, que supongo del sur.

Me mojo los labios con la lengua y tengo la sensación al remojarlos, que se encuentran secos por la brisa y salados por el mar.

Los de costa adentro echamos de menos ese sonido; el viento del sur, incluso el de levante, con la condición de estar cerca y sentir que, si queremos escapar de nuestros propios pensamientos, sólo hay que acercarse a la orilla y mirar al fondo; y, cómo un milagro que sólo tenemos en la costa, los pensamientos se ocultan tras las olas.

A veces, mi hija me pregunta, cuando me ve contemplar el mar de esta manera, serio, distante, qué pienso… “nada” le digo; y aunque sé que ella no lo entiende, llegará el momento en el que deseará pensar lo mismo que yo frente al mar.

jueves, 20 de mayo de 2010

Viajando


Rhapsody in Blue

Cerraba los ojos y me imaginaba por esas calles interminables, en apariencia estrechas, con edificios que llegaban al cielo; me imaginaba pequeño entre tanto gigantismo arquitectónico. Pero me imaginaba feliz. Era mi ciudad desde que, siendo un pequeño adolescente, viajaba por sus calles paseando con música de Gershwin y mirando con la mirada de Allen. Me sentaba en aquel cine de sesión continua, con columnas en el medio del patio de butacas, viendo películas de tres en tres, (y "de mes en mes, de dos en dos y de seis a siete") y soñaba despierto con aquella ciudad.
Sus bancos, sus luces nocturnas, esos restaurantes que sólo me imaginaba que pudieran existir allí.
Hoy sigo viendo aquella ciudad con ojos de soñador... imagino el vaho saliendo de sus tapas de alcantarillas, con mis manos cogiendo con fervor una taza de café para llevar. Miro las ofertas de viajes... cuatro días, alojamiento y desayuno...tasas...
entro en la agencia de viajes; buenas, buenas, que quiero ir allí. Cuando ya está el viaje en marcha, la tarjeta pendiente de hacer bien su labor, me entra la sensación de que el sueño sigue manteniéndome feliz de ir. Y que si voy no habrá vuelta atrás...
Me encanta imaginarme en un banco de Central Park, mientras espero que Allen pase a mi lado con una bolsa de papel de la compra con un crucifijo dentro, y mascullando rezos en latín, intentando llegar a la verdad de la existencia de dios.

domingo, 9 de mayo de 2010

Volver (Jaime Gil de Biedma)

Todavía en el proceso de vuelta, de encontrar palabras y unirlos en un relato, en una opinión. Complicado el reencuentro con las palabras y feliz al intentarlo.
Un poema adecuado a este inicio... Espero que la siguiente entrada tenga mis imágenes.




Claude Monet: "La Manneporte" (1886)

" VOLVER

Mi recuerdo eran imágenes,
en el instante, de ti:
esa expresión y un matiz
de los ojos, algo suave.

en la inflexión de tu voz,
y tus bostezos furtivos
de lebrel que ha maldormido
la noche en mi habitación.

Volver, pasados los años,
hacia la felicidad
- para verse y recordar
que yo también he cambiado."

Jaime Gil de Biedma
Las personas del Verbo
Ed. Seix Barral

sábado, 27 de febrero de 2010

Jaime Sabines "No es que muera de amor"



Estoy encontrándome en Youtube maravillosos poemas interpretados por sus autores.
En este caso Jaime Sabines.
Me estoy enganchando a este tipo de videos, ante mi incapacidad para que las musas me ayuden a escribir algo propio y que merezca la pena ser leído...

viernes, 26 de febrero de 2010

Cap. 7 Rayuela. La voz de Cortázar



Además de transcribirlo en una entrada antigua, ahora descubro en Internet este capítulo leído por J. Cortázar. En la página de haylibros en Youtube encontraremos más textos que leen los autores.
Alguno más pondré en este blog.

lunes, 22 de febrero de 2010

Jaime Sabines (Me dueles)


(Francis Bacon. Cabeza VI)


Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Entre los escombros de mi alma, búscame,
escúchame.
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad de rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.
(Jaime Sabines)

jueves, 18 de febrero de 2010

Príncipe de Aquitania (Jaime Gil de Biedma)


(bodegón. Botero)

PRÍNCIPE DE AQUITANIA, EN SU TORRE ABOLIDA

Una clara conciencia de lo que ha perdido,
es lo que le consuela. Se levanta
cada mañana a fallecer, discurre por estancias
en donde sórdamente duele el tiempo
que se detuvo, la herida mal cerrada.
Dura en ningún lugar este otro mundo,
y vuelve por la noche en las paradas
del sueño fatigoso... Reino suyo
dorado, cuántas veces
por él pregunta en la mitad del día,
con el temor de olvidar algo!
Las horas, largo viaje desabrido.
La historia es un instante preferido,
un tesoro en imágenes, que él guarda
para su necesaria consulta con la muerte.
Y el final de la historia es esta pausa.

(Jaime Gil de Biedma)

miércoles, 17 de febrero de 2010

Lee Marvin - Wandering Star



Fue considerada un fracaso de película, y la voz de Lee Marvin parecía la menos adecuada para un musical... Ahora no te puedes imaginar está canción sin su voz. Un clásico.
Esta estrella errante se la dedico a Alamut (Ana)
Miguel

jueves, 11 de febrero de 2010

Alfred Hitchock- Con la muerte en los talones



Fin de semana con mi hija; sábado tarde con un bol lleno de palomitas. Disfrutando de la ironía, del sentido del humor y de la tensión que crea este director en sus películas. No es de mis preferidas (cómo podría ser La ventana indiscreta), pero es ideal para descubrir la magia del cine para todos, sin tener que ver películas de hombres lobos románticos, o películas teenagers. El cine bien hecho.

viernes, 5 de febrero de 2010

My Blueberry Nights



Ya hablé de esta película... pero es que hoy debo de tener el día Norah Jones...

jueves, 4 de febrero de 2010

lunes, 1 de febrero de 2010


(Francis Bacon. Cabeza III)

¿No existe alguna sustancia que, al tomarla, aplaque el dolor?
No el físico.
No el que se produce después de correr sin sentido, a oscuras,
por la senda que conduce a ninguna parte, y que deja sin aliento.
No al dolor que viene por apretar los dientes con fuerza,
como si quisiera crear polvo de marfil al hacerlos chirriar.
No al dolor de una patada inoportuna en una pared que no debiera estar ahí, o sí.
Me refiero al dolor que causan los mensajes internos.
El que causa una mente obsesionada con la vacuidad de los sentimientos.
El que causa la soledad, el vacío, el desaliento, la desaparición del yo,
el gris del corazón.

La amistad me calma los dolores, sin necesidad de tomar nada que se pueda tragar junto con un poco de agua.
El amor de los que siento cerca, mitiga los escalofríos.
Y sin embargo, sé que cuando llega la noche, los fantasmas de mis dolores reaparecen. Me atrapan, me atan a la cama y, como un niño que tiene miedo a las sombras de la noche, me meto bajo las sábanas, y cierro los ojos con fuerza, para que desaparezcan… y sin embargo, están dentro de mí.
El estómago se cierra y me impide tragar, la respiración se hace corta y rápida.
El dolor me obliga a gritar en el silencio de la noche.
No hay paz, hasta que pueda doblegar esos miedos desde el mismo centro de mi alma.

(Gracias, a los que estáis. Vuestro ánimo, ayuda a mitigar el dolor; vuestro cariño se siente cerca, aún en la distancia y en la aparente frialdad del ordenador)

jueves, 28 de enero de 2010

Avanzando


Estoy en un viaje al interior de mi corazón.
Al interior de las cosas que quiero, y reconocerme de una vez por todas.
El reflejo de mi ser en el espejo no es el reflejo que quiero ver, y sentir.
No pretendo que las cosas en mi vida sean perfectas, ni que mis deseos y amores sean del agrado de los que quiero.
El viaje me lleva en caída libre hasta el fondo. Pero, a pesar de mis sentimientos negativos, de que el reflejo del espejo sólo tenga matices grises, sé que me levantaré. Que pasearé de nuevo sintiéndome orgulloso de quien soy y de cómo soy.
Que podré seguir adelante.
Ahora, las fuerzas me fallan. Me tiemblan las piernas cuando pienso en lo que me queda. Ahora está en mi mente el miedo; la sensación de que quizá me equivoqué y que no tendría que haber dado los pasos que me han llevado a estar dónde estoy.
Y sin embargo, sé que si no lo hubiera hecho, me habría arrepentido el resto de mi vida. Tenía que intentar salir de una vida que no me llevaba a reconocerme. Y a sentir que amar y amarse puede ser maravilloso.
Ahora me reconoceré con dolor. Incluso me meteré en una concha y maldeciré mi vida. Estoy seguro.
Pero, a pesar de encontrarme ahora como un zapato impar, viejo y solo, sé que encontraré mi lugar, mi sitio. Encontraré el momento en el que, al mirarme al espejo seré el que quise ser siempre.
Lo mejor de este proceso... el amor de la gente que me quiere, y que siento cerca. Cada uno a su manera.

lunes, 25 de enero de 2010

Una promesa es una promesa

(He prometido varias cosas este principio de año... una de mis promesas es intentar leer más, y escribir más. Este relato de mi viaje de fin de semana, al calor de unas cervezas está escrito a vuela pluma; Espero que os... entretenga)


(Una de mis fotos)

Una promesa es una promesa…
Sábado, veintitres. Cogí el coche ya a las once y pico de la mañana, por culpa del sueño acumulado.
Otra noche sin dormir. Ni siquiera el lexatín hace algo, salvo las primeras horas; las dos o tres primeras horas. Después, quizá la luz, que persisto en tener encendida la iluminación tenue de la mesilla; quizá los miedos que se mantienen atentos a cualquier duda en el sueño, para convertirlo en pesadilla.
Las pesadillas son tan reales, que me espabilan inmediatamente.
No puedo evitarlo; tengo miedo. Un miedo profundo y aterrador. Y no lo puedo controlar. Así que, cuando la pesadilla me despierta, la más de las veces enciendo la tele, me levanto con la garganta seca, y los ojos humedecidos. Miro el teléfono, como si a las tres de la mañana alguien pudiera acordarse de mi y llamarme.
Y, sin embargo, no me puedo levantar a la hora acordada con mi conciencia. Sólo puedo dar vueltas a mis miedos, llenarme de angustia y ahogarlo con el ruido de la televisión. Y al final, me levanto tarde.
Creo que me da más miedo el inicio del viaje que el viaje en si mismo. Una vez que estoy en marcha, a cien kilómetros de Madrid, iría a cualquier parte. Y parece que el coche se mantiene vivo, a pesar del maltrato; a pesar de su vejez, de que su ruido no me deja escuchar la música que uso para no dejarme pensar.
Para no ponerme a llorar ya en el kilómetro setenta de la Nacional dos, empiezo a soñar despierto.
Si hubiese hecho, si fuese de esta manera, habría hecho, habría dicho… Y entonces ella, él, los demás descubrirían quien soy, lo magnífica persona que soy… al menos en esos sueños.
Y sigo soñando… si me tocara la lotería, bueno, no tengo sueños alrededor de las cantidades que me tocarían, pero sí lo bueno y generoso que sería con ese dinero.
Bueno, kilómetro 140. He pasado un mal rato, pero lo he superado con cierta dignidad. Ahora, ya con fuerzas renovadas, pongo Radio nacional para escuchar la importancia de la harina para hacer pan… Fundamental.

Llego con la reserva pidiéndome a gritos que rellene de gasoil el depósito, que coincide que el hecho en una estación de servicio de Calatayud.
No quiero entrar en Calatayud. La última vez que estuve allí me fui sin pagar un café que no me llegaron a servir; así que me quedo en una gasolinera que está en las puertas de la ciudad. Un minuto para preguntar al “gasolinero” cuanto me queda de trayecto.
Mientras salgo, monto el espectáculo que sólo yo sé hacer: arrancar el coche mientras me pongo el cinturón y voy dándole un mordisco a la manzana que saco de la chistera con forma de bolsa de Mercadona.
Mis pensamientos se mantienen alterados entre la angustia, el miedo, y el vértigo.
Ese sitio le gustaría, pienso; llevo la mano derecha al asiento del acompañante, que está vacío. No quiero mirar al móvil. Lo apago. No quiero saber que no recibo llamadas.
Va a ser uno de mis primeros propósitos del año. Desengancharme del móvil… Palabra.
El desvío en Cariñena me anuncia que todavía quedan 42 kilómetros para mi primer destino… qué carretera más mala, por Dios; y con niebla… mierda, todavía, cuando llego, no veré lo que voy buscando.
A diez kilómetros de mi destino, me encuentro con ese tipo de sitios que uno estudia en la biografía de un pintor famoso, pero que nunca va porqué, ¿Quién quiere ir a Fuendetodos? Y más aún: ¿Cómo fue posible que llegará a Madrid, naciendo allí? ¿Y cómo fue posible que llegara a ser el genio que pinto, entre otras cosas “el perro semihundido”.


(Francisco de Goya. Perro semihundido)

De todas formas paro en mitad del pueblo y de la niebla.
Sólo silencio. Un coche tuneado (¿allí?) aparece entre la niebla.
No, no es el sitio dónde me apetece estar; son casi las tres y quiero parar en mi destino con calma…
Después de un rato, por fin, el destino: Belchite.

Un pueblo feo de entrada (perdón… lo que me parecía); de momento no llama la atención. Pero esconde su secreto el final de la recta.

Los restos del Belchite de antes de 1937. El Belchite que se destruyó y que nació en el mismo momento. Una ciudad que se quedó en silencio tras el asedio que se inició el día veinticuatro de agosto de ese año y que terminó los primeros días de septiembre.
No os voy a contar la historia, que ya la sabeis. Entro, solo en la calle principal de lo que fue y es ahora restos. Estoy solo; viene bien la hora y el día para la visita. Nadie a mi alrededor lo que acrecienta la sensación de desolación. La calle principal desemboca en una plaza. Es la nada con una fuente esteril en el medio. Continúo hasta la iglesia. Foto al cartel de la puerta inútil:


(Una de mis fotos)

el interior está lleno de sonidos; sonidos que se producen por el aire que entra por sus agotadas paredes. Es increible que el ruido de aquellos días traiga tanto silencio.
Ahora sigo mi camino entre mis propias lágrimas, producidas por la historia, por la ciudad o, quien sabe, si por la propia lástima que me produzco. Recuerdo, mientras sigo el paseo por Belchite, del triste protagonista de “entre copas”, sólo que sin amigos, sin su paladar, y sin amor.
Vuelvo al coche; mi hermano me interrumpe según enciendo el teléfono, con cosas terrenales. No me apetece la conversación, pero reconozco que alivia pensar que alguien me ha llamado, a pesar de todo.
Pregunto, tras ver el plano, a un hombre, simpático, pero seco. Voy a mi siguiente parada: yacimientos íberos que ya son más romanos que íberos. Mi siguiente cometido en esta vida.
Azaila… restos íberos, que tienen planta romana, pero que impresionan. Me venden la entrada con la cara de sorpresa de ver a alguien a esas deshoras, solo, intentando no parecer que lo está.
La noche me cae de repente. Yo, en medio de un lugar que casi nadie conoce, intentando sonreir con aire de “mirar que independiente soy, que mierda de independiente soy que estoy solo aquí ¿Y a quien importa? Supongo que a mi.
Mando un mensaje… sé que no habrá respuesta.
Ya en el Hotel, veo un rato una peli de Billy Wilder, y salgo con una sonrisa enorme a la calle.
Ahora, mientras escribo, apuro mi tercera Voll-damm…
El bar tiene suficiente ruido como para permitirme no escuchar que estoy pensando, a pesar de saberlo.
Lo prometido, deuda… intento vivir solo, y soportarlo.

jueves, 21 de enero de 2010

2010


Edward Hopper (Summer interior)

Sentado en el sofá, que estaba orientado hacia la ventana.
La casa estaba a oscuras. No había luces en el interior de la casa, excepto las pequeñas señales que indicaban que los electrodomésticos seguían funcionando al margen de lo yo hiciera en el interior.
Notaba la siluetas de los muebles por la claridad que entraba desde la ventana, con las cortinas y las persianas abiertas, dejando desnudo el marco.
Mis ojos estaban mirando sin ver; mis oídos sin escuchar. Mi mente intentando cerrarse de pensamientos.
Hasta ese día, casi hasta ese instante, mi vida creía que tenía sentido.
Me preocupaba esta o aquella situación. Saber si ella estaba bien, y si necesitaba mi apoyo. Siempre, desde que mis pensamientos tenían sentido en mi cabeza, había vivido con y para alguien.
Hasta ese instante.
Nunca pensé que mi vida se había basado en preocuparme de los demás. Al menos, nunca tuve la sensación de que mi vida se basaba en eso. Ahora, sin la capacidad siquiera de parar mis pensamientos, me daba cuenta que no tenía nadie de quien preocuparme.
Estaba solo.
Quizá era el momento de mostrarme a mi, desnudo. Ahora que no había pensamientos, ni preocupaciones que me llevaran a dejar mi yo en segundo término, me encontraba perdido.
De repente, me tendría que mirar en el espejo, y no poner una careta, la imagen de otra persona distorsionando mi yo. Ahora estaba solo. Irremediablemente.
El vértigo me impedía ponerme de pie.
Me chillaba una voz que salía del fondo de mi estómago y que retumbaba en mi cabeza, “y ahora, ¿qué?”.
Hasta ese momento, no había estado solo.
Hasta ese momento, no había tenido tanto miedo. Y era tan real.
Las campanadas que se anunciaban en el televisor de los vecinos, anunciaron que el 2010 estaba entrando.
Yo seguía mirando la ventana, sin ver; porque ya no sabía dónde mirar.

jueves, 14 de enero de 2010

Sin reacción


(Salvador Dalí. La Persistencia de la memoria)

No podía reaccionar.
Estaba tumbado en la cama, despierto desde las 2 de la mañana. Había cumplido con mis horas de sueño, y permanecía despierto, acurrucado en la cama, mirando al gotelé de la pared de la habitación.
Una cama de 90 me permitía sentir que la cama no estaba vacía de otra persona.
La televisión que tenía en la habitación soltaba imágenes y voces que iluminaban de colores y de susurros el espacio que debería, a esa hora, estar a oscuras y en silencio.

Me proponía un juego que, siendo más joven, me servía para dormir. Intentaba mantener mi cabeza en blanco. No pensar. Mis pensamientos se mezclaban con recuerdos y con sensaciones que no quería tener. Si soy capaz de estar sin pensar cinco minutos, seguro que me quedo dormido.
Pero todo se revolvía en mi cabeza. A veces, mis pensamientos acompañaban a unos momentos de sueño, que se convertían en pesadillas, sino era capaz de manejarlas. Y si las manejaba, me despertaba.

La larga noche se cerraba oficialmente a las seis y cuarto, cuando el despertador sonaba, y yo me incorporaba y empezaba la mañana con la ducha, con un café a medio calentar, sobras de un café recién hecho la noche anterior, y con el susurro de las noticias de fondo.
Y así, noche tras noche.
Algunos días, a las seis y cuarto, mi cuerpo se negaba a reaccionar, se quedaba en silencio, junto con el despertador recién callado, sin fuerzas suficientes para levantarse y andar. Se quedaba acurrucado en las mantas, mientras mi mente se decía;
Cinco minutos sin pensar, sólo cinco minutos más, y me levanto.

A veces, el alcohol ayudaba a superar mis pensamientos, a ver las cosas de color blanco verdejo, y a no pensar qué estoy haciendo, quien soy, y qué quiero hacer. Cuando el alcohol no ayudaba, y me hacía las preguntas, un ruido ensordecedor de ideas sin sentido, de sensaciones amargas, me impedían ver más allá; sólo mi pared de gotelé, y mis miedos.

No podía reaccionar… Quizá, si dejo mi mente en blanco cinco minutos…

martes, 12 de enero de 2010

Atrapado en el tiempo



Me siento especialmente contento hoy... sí... esta escena es especialmente apropiada para el día de hoy.
He visto esta película el pasado fin de semana. No recordaba lo brillante que está Bill Murray aquí.

viernes, 1 de enero de 2010

Concierto de Año Nuevo

Marcha Radetzky (J. Strauss)
Y encima Barenboim como director