lunes, 12 de septiembre de 2011

Nuevo septiembre

                                 (Francis Bacon)

Año nuevo; septiembre. Buenos deseos y sanas intenciones.
Cambio de tiempo.
Sensaciones de cambio.
Necesidad de cambio.
En septiembre hay separaciones de amores veraniegos y de amores de toda la vida. Queremos empezar de nuevo y las vacaciones o el año nuevo nos llenan de valentía. Eres la orgullosa persona que quiere ser otra.
Pasados los meses, todo parece estar igual... quizá peor.
El paso de los días, nuestra valentía se amolda a la impertinencia de la constumbre y a pensar que el cambio será para el siguiente año, para el siguiente septiembre.
Yo he cambiado. De casa, de barrio. Tengo a mi lado a quien quiero. No a otra persona. A la que lleno mis sueños.
Para empezar septiembre no está mal.
Hace dos años cambié mi tranquila vida de hombre sin amor por la aventura de saber si el amor lo podía volver a recuperar.
Y así fue.
La vida no es fácil. Mantiene su orgullosa actitud de prepotente destino, al que no es fácil cambiar.
Me tropiezo. Más de lo que me he tropezado nunca. A veces sabes que no eres feliz. Que las situaciones duelen y que no tienes el respaldo y la seguridad de una vida pasada llena de mentiras, pero quieta y sin vaivenes.
A veces soy feliz. Y sé que esa felicidad es consecuencia de mi valentía. o de dejar de ser cobarde, que quizá no es lo mismo, aunque el fin coincida.
Lo único que me desestabiliza es la falta de amor. Y la automentira.
Hace tiempo que no tengo la sensación de que el suelo por el que piso es firme y seguro. A veces cansa. Piensas si no sería mejor no ser yo, pero estar y dormir por las noches, con la seguridad que la mañana siguiente tendrás la vida que sabes que te espera.
Duermo con sueños extraños que navegan entre la duda y el miedo. Entre la desconfianza y el desamor.
Antes soñaba con amar, desear; con vivir lo que no tenía.
Mi septiembre fue en mayo. Mi vida cambió para siempre, y con ella, la de las personas más cercanas. No me arrepiento. Ahora me conozco más. No quiero decir que me guste más. No. Quizá, quien sabe, el cambio no tiene que ser para ser más feliz, encontrar el amor, o sentirme más vivo.
Quizá mi septiembre me ha servido para darme cuenta de cómo soy en realidad.
Pero para cambiar lo que no me gusta, creo que lo voy a dejar para el próximo año.

Sí... Voy a cambiar, sí...