martes, 24 de enero de 2012

Aprendiendo a respirar

F. Leighton (Sol ardiente de Junio)

Algo más.
Respiraba con la boca abierta, como un pez que abre la boca, cogiendo bocanadas de vacío y olvido. El presente era pasado y futuro era una palabra que no tenía definición en mi vida.

La primera aproximación a tu mundo fue con las palabras escritas. letras llenas de sonrisas. De manos grandes y calientes jugando con bolas de nieve.

No podría imaginar ni en mis mejores días que tras el mundo paralelo que se movía al margen de mí, apareciera alguien como tú.

Después las voz a través del teléfono... llena de convicción, de saber, de conocimiento. El ritmo de tu voz era luz, vitalidad. Ganas de sonrisa y de optimismo.

No eras real. La realidad es otra cosa. Es tristeza. Es gris y atormentada. Son sueños rotos en papeles de colores que se mueven al ritmo de las mareas de gente que salen del metro con cara de disgusto.

No podías ser real. Y sin embargo, tus palabras me hacian viajar a otra realidad. Viajaba a mundos llenos de luz y alegría. Y descubría que sí. Que si miraba en el interior de la vida que ya era historia, aparecían las novelas paralelas de mi vida, dando sentido a mi existencia. No podía abandonar ni dejar a la deriva mis sueños, teniendo alguien como tú cerca.

Después de un tiempo me atreví a confirmar que esas palabras, esa voz tenían un ser corpóreo del que brotaba todo. Y sin que tuvieras que decir nada, tus ojos iluminados incluso con heridas abiertas que goteaban tristeza, me dijeron que existias. Que eras real. Que ya había llegado a puerto.
Inspiré. El olor a ti me sigue llenando de ilusión.