(Gehard Richter- Mar)
Esta mañana contemplaba absorto, una y otra vez, el video de una amiga que, durante 18 segundos dejaba grabado el sonido del mar, junto con el oleaje azul que llegaba sereno a una playa, que supongo del sur.
Me mojo los labios con la lengua y tengo la sensación al remojarlos, que se encuentran secos por la brisa y salados por el mar.
Los de costa adentro echamos de menos ese sonido; el viento del sur, incluso el de levante, con la condición de estar cerca y sentir que, si queremos escapar de nuestros propios pensamientos, sólo hay que acercarse a la orilla y mirar al fondo; y, cómo un milagro que sólo tenemos en la costa, los pensamientos se ocultan tras las olas.
A veces, mi hija me pregunta, cuando me ve contemplar el mar de esta manera, serio, distante, qué pienso… “nada” le digo; y aunque sé que ella no lo entiende, llegará el momento en el que deseará pensar lo mismo que yo frente al mar.
8 comentarios:
Cómo te entiendo...
Yo lo echo de menos cada día, y espero, dentro de algunos años, pasar mis días y mis noches cerca del mar.
Un besazo.
LATIERRA (qué curioso ¿verdad?)
Yo no lo echo de menos porque lo tengo aqui al ladito, y no me canso nunca de mirarlo y de escucharlo.
Vivo en Valencia y cuando no estoy aqui estoy en Denia. Alli me encantan las puestas de sol, todos los veranos es mi hora preferida, porque ademas se pone por el mar.
Un espectaculo del que no me quiero alejar muchos dias.
Yo si que pienso cosas mientras lo miro, ahí estoy con tu hija.
Las olas me traen tantos recuerdos...
Un besito
Es adictivo eh... cuesta apartar de él la mirada.
Nos hipnotiza, a los de secano.
No hay nada comparable a escuchar en soledad y en silencio el sonido del océano.
Un abrazo
A veces pienso en cuando el cartero le graba a Neruda el sonido del mar, de las olas. Es una idea, grabar sonidos o imágenes sueltas para que alguien que está lejos se sienta más cerca de casa.
A mi que soy de costa, de océano, de infancia ante la ría (abría la ventana en casa de mis padres, y allí estaba, cada mañana), es una parte de mí. Durante años que viví en Salamanca lo echaba tanto de menos (casi tanto como a las personas), y al volver, en el tren, al entrar en la ría y ver allí mi mar, no puedo describir la emoción que sentía…
Me gusta pasear por la playa en invierno, ese sonido me relaja tanto.
Un beso desde la costa oeste.
te voy a regalar una caracola :)para que escuches el mar, yo tenía 2 en casa no sé donde estarán. La verdad que no hace falta pensar en nada, miras el mar las olas el sonido el olor y que bien te sientes.
Besitos
Como LU sólo he vivido lejos del mar cuando estudiaba en Salamanca, y aún así, me iba al Patio Chico donde sentado en las escaleras se oia el agua del Tormes y recordaba algo el mar. Yo le hablo y le cuento cosas como a un amigo, las cosas más íntimas.
El mar es una de las mejores maravillas que podemos apreciar y sentir todo su belleza natural. Un abrazo
María José A M
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