jueves, 21 de enero de 2010

2010


Edward Hopper (Summer interior)

Sentado en el sofá, que estaba orientado hacia la ventana.
La casa estaba a oscuras. No había luces en el interior de la casa, excepto las pequeñas señales que indicaban que los electrodomésticos seguían funcionando al margen de lo yo hiciera en el interior.
Notaba la siluetas de los muebles por la claridad que entraba desde la ventana, con las cortinas y las persianas abiertas, dejando desnudo el marco.
Mis ojos estaban mirando sin ver; mis oídos sin escuchar. Mi mente intentando cerrarse de pensamientos.
Hasta ese día, casi hasta ese instante, mi vida creía que tenía sentido.
Me preocupaba esta o aquella situación. Saber si ella estaba bien, y si necesitaba mi apoyo. Siempre, desde que mis pensamientos tenían sentido en mi cabeza, había vivido con y para alguien.
Hasta ese instante.
Nunca pensé que mi vida se había basado en preocuparme de los demás. Al menos, nunca tuve la sensación de que mi vida se basaba en eso. Ahora, sin la capacidad siquiera de parar mis pensamientos, me daba cuenta que no tenía nadie de quien preocuparme.
Estaba solo.
Quizá era el momento de mostrarme a mi, desnudo. Ahora que no había pensamientos, ni preocupaciones que me llevaran a dejar mi yo en segundo término, me encontraba perdido.
De repente, me tendría que mirar en el espejo, y no poner una careta, la imagen de otra persona distorsionando mi yo. Ahora estaba solo. Irremediablemente.
El vértigo me impedía ponerme de pie.
Me chillaba una voz que salía del fondo de mi estómago y que retumbaba en mi cabeza, “y ahora, ¿qué?”.
Hasta ese momento, no había estado solo.
Hasta ese momento, no había tenido tanto miedo. Y era tan real.
Las campanadas que se anunciaban en el televisor de los vecinos, anunciaron que el 2010 estaba entrando.
Yo seguía mirando la ventana, sin ver; porque ya no sabía dónde mirar.

7 comentarios:

Ana dijo...

Un día de estos...el menos pensado, en positivo y con media sonrisa. Para salir, porque hace falta, como terapia o como lo que quieras. Besos

Andrea dijo...

Hermoso texto, un abrazo :)

© José A. Socorro-Noray dijo...

A veces el vértigo nos ata de pies y manos, casi sin ser capaces de reaccionar.

Excelente texto.


Saludos

alicia dijo...

Sabes que es bueno, ahora creetelo.
Un beso

Pepe del Montgó dijo...

Creo que en todos existe otro yo por el que también tenemos que preocuparnos. Tu mismo no estabas realmente solo, por lo que cuentas, sino con ese otro yo. Me gustan tus reflexiones.

LU dijo...

Con la lluvia fuera contra los cristales de la ventana, la tranquilidad del viernes por la noche y ganas de despejar mi cabeza de todo lo que se va acumulando dentro. Un libro sobre la mesita de noche, un poco de lectura antes de apagar la luz, y empezar a soñar.

Buenas noches

Biquiños

Tesa dijo...

Comprendo esa sensación de vacío, cuando llega el momento del "ahora qué?"
Y el miedo que da.