jueves, 14 de enero de 2010

Sin reacción


(Salvador Dalí. La Persistencia de la memoria)

No podía reaccionar.
Estaba tumbado en la cama, despierto desde las 2 de la mañana. Había cumplido con mis horas de sueño, y permanecía despierto, acurrucado en la cama, mirando al gotelé de la pared de la habitación.
Una cama de 90 me permitía sentir que la cama no estaba vacía de otra persona.
La televisión que tenía en la habitación soltaba imágenes y voces que iluminaban de colores y de susurros el espacio que debería, a esa hora, estar a oscuras y en silencio.

Me proponía un juego que, siendo más joven, me servía para dormir. Intentaba mantener mi cabeza en blanco. No pensar. Mis pensamientos se mezclaban con recuerdos y con sensaciones que no quería tener. Si soy capaz de estar sin pensar cinco minutos, seguro que me quedo dormido.
Pero todo se revolvía en mi cabeza. A veces, mis pensamientos acompañaban a unos momentos de sueño, que se convertían en pesadillas, sino era capaz de manejarlas. Y si las manejaba, me despertaba.

La larga noche se cerraba oficialmente a las seis y cuarto, cuando el despertador sonaba, y yo me incorporaba y empezaba la mañana con la ducha, con un café a medio calentar, sobras de un café recién hecho la noche anterior, y con el susurro de las noticias de fondo.
Y así, noche tras noche.
Algunos días, a las seis y cuarto, mi cuerpo se negaba a reaccionar, se quedaba en silencio, junto con el despertador recién callado, sin fuerzas suficientes para levantarse y andar. Se quedaba acurrucado en las mantas, mientras mi mente se decía;
Cinco minutos sin pensar, sólo cinco minutos más, y me levanto.

A veces, el alcohol ayudaba a superar mis pensamientos, a ver las cosas de color blanco verdejo, y a no pensar qué estoy haciendo, quien soy, y qué quiero hacer. Cuando el alcohol no ayudaba, y me hacía las preguntas, un ruido ensordecedor de ideas sin sentido, de sensaciones amargas, me impedían ver más allá; sólo mi pared de gotelé, y mis miedos.

No podía reaccionar… Quizá, si dejo mi mente en blanco cinco minutos…

4 comentarios:

alicia dijo...

No se trata de reaccionar, si no de no parar (tú me lo has dicho) pero... por eso las noches (algunas) se hacen densas, lourd, hard.
Un beso nuevo, claro

© José A. Socorro-Noray dijo...

Es cruel ese vértigo
de insomnio y sueño
que nos embriaga
en la negra oscuridad
de la larga noche.


Un abrazo

Penélope dijo...

Nunca o casi nunca duermo bien, pero llevaba una semana casi sin pegar ojo, esta noche pasada por fin pude dormir: qué placer. Lo de los cinco minutos de la mañana, eso es un martirio...

Pepe del Montgó dijo...

Es cierto, en esos tiempos de insomnio es cuando te vienen a la mente todos esos pensamientos que no quieres e intentas dejar la mente en blanco, o pones la radio para acallar los recuerdo, o te levantas una y otra vez a beber agua o a lo que sea. Y sabes que al día siguiente estarás hecho polvo.