(Alfred Sisley- Nieve en Louveciennes)
Las luces de las calles en navidad siempre me parecen menos luminosas a cada año que pasa.
Igual es la crisis, que ha obligado a los ayuntamientos, a las asociaciones, a quitar bombillas.
También me parece que, cada año, hay menos gente por las calles haciendo las compras compulsivas de todos los años; aunque igual es la crisis. O igual es que somos menos.
El olor a castañas asadas del quiosco de la esquina, impregna el alma de todos los que andamos por las calles por donde deja el aroma. Hay ciertos olores que me llevan a pensar en los tiempos en los que mis padres paseaban conmigo por esas mismas calles, con mi verdugo puesto, y con la ilusión en forma de paje real.
Ahora me detengo delante del quiosco de castañas asadas, sopesando si me merece la pena comprar a precio de oro la decena, que ya ni docena, de castañas pilongas y quemadas.
Sólo es en las navidades, el tiempo en el que mi pasado se hace más presente; y mi futuro más incierto. Es el tiempo en el que lo amargo del año se concentra en mis pensamientos.
Hoy no recuerdo mis vacaciones en Asturias, ni el fin de semana en esa pequeña habitación del hotel de León… Hoy tengo presente las ausencias que el año pasado no tuve. Las pérdidas, los desengaños, la tristeza acumulada que voy tragando a sorbos de cava y uvas. Las promesas incumplidas; las promesas por incumplir.
Sólo la imaginación de una niña, que enfrente de un escaparate lleno de muñecos, describe con desbordada ilusión la cantidad de ellos que quiere que le traigan los Reyes Magos, me hace caer, como todos los años, que las navidades son para ellos; para los niños. Que lo único que espero de las navidades es la mañana de Reyes.
El frío me obliga a subirme el cuello del abrigo y a encoger los hombros intentando concentrar el calor que todavía tengo, dentro de mí.
Y el caso es que hace menos frío que antes. Ahora no nieva como antes, ni el invierno es tan largo y duro como antes. Igual también es la crisis.
Aunque me temo que, según voy caminando con mi soledad por las calles, se me hace más claro que, el que no es como antes, soy yo. Aunque creo que no es la crisis; quizá sea culpa del pasado, o del presente. O que la historia de nuestra vida, nos mueve a la transformación de lo que somos, incumpliendo, en algunos casos, lo que prometimos ser.
10 comentarios:
Niño, un escrito lleno de nostalgia que me da de frente en la causa de mi desvelo ...
Sólo es en las navidades, el tiempo en el que mi pasado se hace más presente; y mi futuro más incierto
Pero ¿sabes queeee? todo pasa, nos acabamos encontrando y siempre tenemos tiempo de retomar nuestras promesas.
Besosbesosbesos bajo el muerdago.
Ciertamente no somos los mismos, evolucionamos al son del curso de la vida, sólo los niños son capaces de despertar nuestros sueños e impregnarnos de ilusión.
Besos salados
Es verdad desde hace unos años la Navidad ya no es lo que era :-(
Sabes...no es que la Navidad sea el recordar el pasado, es que la Navidad ya no es lo que era, es lo que tiene el estar en una España multicultural. La navidad la tenemos que hacer nosotros día a día, el resto luces de neón....puro artificio, gracias por tus comentarios. un saludo
LOS ANUNCIOS DE TURRON TENDRIAN QUE ESTAR PROHIBIDOS, SON TAN EMPALAGOSOS QUE INCLUSO NOS EMPALAGAN,-QUE NO ENDULZAN-, EL CARACTER Y LOS SENTIMIENTOS. UN ASCO.
SALUDOS...
Me alegra verte de nuevo por aquí, o mejor dicho, leerte...
es cierto, las Navidades noson lo que eran y creo como tú, que los que hemos cvambiado somos nosotros, yo al menos ya no tengo ilusión por estas fechas, al contrario, mis años de corte Ingles me hicieron odiarlas de forma poco racional, eso unido a mi separación y que mi familia es de número rducido, todo eso, sumado hace que aborrezca las navidades, los villancicos y el espiritu navideño!
Uff. lo que te he soltado no?¿?¿ jajjajaja
En fin guapisimo! Que no me hace falta que sea navidad para mandarte miles de besos!!!
Supongo que las navidades tienen ese efecto negativo en mucha gente. Yo misma he tenido ya varias etapas. Infancia y adolescencia de ilusiones y optimismo. Después llegó el momento radical donde todo me parecía consumismo sin sentido e hipocresía en forma e felices fiestas con una sonrisa permanente. Hubo años muy tristes, con tremendo ataque de nostalgia.
Ahora, y no creo que sea producto de la madurez, intento quedarme con lo bueno (me gustan las luces, los turrones, ver a gente que vuelve a casa por estas fechas, los regalos, los mails o tarjetas, las llamadas de teléfono, las cenas con amigos, las caras de los niños al paso de la cabalgata de Reyes, los festivos sin madrugón, ni tren, ni prisas,…)
BIQUIÑOS y es genial tenerte por aquí.
Hasta hace poco me encantaban las navidades e incluso me parecía rara la gente que decía que las odiaba como por ejemplo, Pilar, una mujer que me ayudó a cuidar de mi hija cuando era más pequeñita; cuando se acercaban las navidades le iba poco a poco cambiando el carácter, era toda una transformación, aquella mujer tan dulce, tan , tan... pero de navidades, ni hablar. Ahora disfruto de los momentos que le robamos a la navidad para estar con los amigos o con la familia (siempre que no tenga que cocinar) pero poco más. Con la navidad me siento más vieja ¿será normal?. Bueno, ahí está mu hija para recordarme el espiritu navideño...
Gracias por pasaros... a todos. Estaré poco estos días, pero es un placer que os paseis por mi rincón. Seguro, lo mejor de estas navidades.
Besos y abrazos
A poco que me descuido me retraso en tu blog. Yo he tenido una etapa en que las Navidades ni fu ni fa. Ahora que las estoy viviendo con las ilusiones de mis nietos, la cosa cambia.
Publicar un comentario