Vaya pesadilla, corriendo, con una bestia detrás.
martes, 17 de diciembre de 2013
martes, 10 de diciembre de 2013
La marea
La marea trae recuerdos con dibujos de espuma que llenan los dedos de mis pies.
Recuerdos de pisadas borradas en decenas de playas. Playas que no tienen ya sentido salvo para volver a llenarlas de pies que añadan nuevos recuerdos que pueda olvidar.
No hay peor memoria que la selectiva.
La que recuerda el pie, la piedra, la sombra en la playa.
La que no logra olvidar que el pasado ya no existe, y que la persistencia en traerlo una y otra vez a la orilla de mis pensamientos solo conduce a mantener los pies llenos de arena fina.
Arena fina de historia quebrada.
sábado, 23 de noviembre de 2013
miércoles, 20 de noviembre de 2013
La desintegración del uso de las horas
La desintegración de la persistencia de la memoria (Salvador Dalí)
Ya no uso el reloj para saber qué hora es.
Alterno entre el teléfono y el ordenador porque me dan una información adicional.
Lo de menos es la hora; siempre llego pronto a la oficina; a menudo salgo tarde. Sé que es la hora de comer porque mis compañeros en bloque se levantan de sus mesas, se ponen los abrigos y desaparecen de la oficina.
A las cinco y media no hay nadie ya en sus respectivas mesas de trabajo.
Tampoco me fijo qué hora es cuando llego a casa por la noche. Como solo veo películas grabadas y ya no estoy pendiente del comienzo de nada en la televisión, no lo necesito. La radio siempre tiene sintonizada la misma emisora que escucho a todas horas. Cuando tengo hambre, me alimento según lo que tenga en la nevera. Y si no hay nada, ese día decido hacer dieta.
Puse una hora en el teléfono para que me despertara por si me quedaba dormido. Ya ni me acuerdo de la hora que puse. Cuando suena sé que tengo que irme a trabajar.
Cuando anochece, llamo por teléfono a las personas que tengo siempre en mi memoria.
Las reuniones programadas aparecen en el ordenador, recordándomelo.
Ya no necesito saber qué hora es. Mi horario lo pongo yo. O la programación del cine cuando decido ir. No hay nada ni nadie que me espere a una hora.
Alterno entre el teléfono y el ordenador cuando necesito mirar la hora porque me dan el día, el mes. El año lo recuerdo; lo miro sin querer mirarlo. No soy supersticioso: no me desagrada el 13 más que el 12 ó el 10. Pero es este año. Desde el 1 de enero de 2013. Bueno... este año ha sido un largo año desde el 11 de mayo de 2011, o desde el 12 de noviembre de 2010...o ayer mismo. Así que miro por si el año ya no es este.
El año que ya no quiero ha sido transgresor con mi estado vital. Cosas nuevas que necesitan digerirse con calma; sin tiempo definido. Hasta mi perspectiva de cómo me reconozco con los otros seres humanos ha cambiado. Sé que no soy el mismo.
Solo un deseo este año.
Voy a pedir que termine antes. Que cuando me despierte mañana sea 2014. Quitar las hojas de mi agenda, y comenzar de nuevo.
Ah... y un equipo de música.
martes, 12 de noviembre de 2013
Faig Pare
Faig Pare (10 de noviembre de 2013)
Fin de semana de silencios, de paseos por pueblos hasta ahora solo conocidos por sus nombres y campo... mucho campo.
Rutas por zonas desconocidas hasta ahora, y árboles con nombre propio. Este haya padre, con sus aproximadamente 250 años, fue el punto de retorno de una caminata de tres horas.
Recuperando sensaciones; respirando aire puro y sintiendo libertad física.
Hay otros estados que necesitan más tiempo. Pero todo llega.
Eso me han asegurado.
Fin de semana de silencios, de paseos por pueblos hasta ahora solo conocidos por sus nombres y campo... mucho campo.
Rutas por zonas desconocidas hasta ahora, y árboles con nombre propio. Este haya padre, con sus aproximadamente 250 años, fue el punto de retorno de una caminata de tres horas.
Recuperando sensaciones; respirando aire puro y sintiendo libertad física.
Hay otros estados que necesitan más tiempo. Pero todo llega.
Eso me han asegurado.
sábado, 12 de octubre de 2013
Camino
(Monet-Sunset Puesta del sol)
Nada es igual.
Hoy mi percepción del camino es diferente.
Supongo que es la altura. Mi propia altura. De lo más pequeño y cercano al suelo, hasta lo que veo ahora.
También es lo vivido.
Por suerte, eso también cambia mi perspectiva. Si no evoluciona la mirada, dejará de sorprenderme y lo que ya has visto me parecerá monótono.
Este camino no sé dónde terminará. Es un camino sin meta definida, y sin saber lo largo y sinuoso que es. A veces eso me impide mirar a los lados y detenerme. Otras no me permite mirar a lo lejos.
Voy cargando pequeñas piedras que me atraen, y que quiero que me acompañen. No suelen pesar; incluso logran hacer el camino más liviano y ligero. Al meter la mano en el bolsillo y tocar algunas, me asoma una sonrisa. La dejo en la palma de la mano y me acompaña a ratos.
Otras empiezo a pensar que pesan y que quizá es mejor dejarla en el camino. Eso sí, en un sitio visible, por si vuelvo la mirada a la senda recorrida y puedo ver la piedra a lo lejos, con otra perspectiva. Me reconforta, me duele, me hunde, me hace más fuerte, incluso me hace caminar más deprisa cuando veo ciertas piedras atrás, alejadas de mi ruta, pero siempre presentes.
Otras las pierdo. Sé que han estado, las quiero cerca pero sé que nunca más volveré a tocarlas. Creo que son las que más pesan. Las que nunca volverán a ser.
Y siempre están esas piedras que me hacen tropezar. Esas que están ahí y me empeño en tener siempre a mis pies. No puedo perderlas y aunque pienso a veces que las he dejado atrás, al girar la cabeza y mirar hacia delante, vuelven a verse.
Algunas van en mi bolsillo izquierdo. Aunque no soy zurdo, prefiero ese lado para esas piedras. Me obligan a ser más cuidadoso. Intento no apretarlas fuerte aun siendo consciente que esas piedras son las que me hacen bascular más en mi camino. Cada vez que toco una de ellas, mis emociones se alteran y el ritmo de mi caminar es más irregular.
El bolsillo derecho es más voluble. cambia de cantidad de piedras y de peso a menudo, pero no suelo me pesan mucho, salvo por necesidad.
Voy en estos momentos con unas pocas piedras. Intento mirar más el detalle del borde del camino. Me paro y me agacho. Veo las hojas del otoño pudrirse encima de una seta preciosa como la flor de un día; magnífica y llena de orgullo.
Huelo la humedad del ambiente después de un magnífico día de lluvia.
Tengo la sensación de ir más despacio. Algunas piedras aparecen en mi bolsillo como por arte de magia, están, desaparecen, hacen chas, y vuelven a aparecer a mi lado. Yo no las controlo. Y lo que me hacen sentir tampoco.
Nunca el camino ha sido muy lineal. Durante un largo tiempo pensé que casi se veía el final por lo recto que se le intuía. Pero ahora no. Ahora es mucho más sinuoso, estrecho y ancho a la vez, con matorrales bajos y frontoso. Tanto que en momentos tengo que agacharme.
Sé que hay cosas que nunca volverán a repetirse en el camino, y tengo certezas en la ruta. Sé que hay ciertas paradas en mi camino que ya no haré. Piedras que seguirán en mi mano mientras el camino siga.
Lo mejor del camino es también lo peor. No se puede volver atrás. Y cómo no puedo, ni quiero, ser consciente cada instante de ello, los tropiezos me están magullando las rodillas.
Ya nada es igual. Pero pensar que ya nada es igual es negativo, sería una percepción equivocada.
Miguel
miércoles, 14 de agosto de 2013
Gato
Ella quería un gato. Un gato de mucho pelo, tranquilo y
silencioso.
O mejor uno callejero. De los que quieren tener espacio para seguir siendo ellos.
Quizá ese fue el problema. Que ella quería un gato tranquilo,
silencioso y con mucho pelo que nos hiciera compañía. O de los callejeros. Al que pudiera querer, acariciar en las noches tranquilas de silencios prolongados.
viernes, 21 de junio de 2013
Otra mirada.
Ayer, de paso, de paseo, por Madrid; por Lavapies.
A la caza de una mirada. Ninguna encontré. Aunque uno no puede hallar lo que en realidad no quiere buscar.
Buen fin de semana.
(creo que me repito con la canción...)
A la caza de una mirada. Ninguna encontré. Aunque uno no puede hallar lo que en realidad no quiere buscar.
Buen fin de semana.
(creo que me repito con la canción...)
jueves, 6 de junio de 2013
Gerona
(Gerona, marzo 2011)
Solo puedo ver fotos de lo imperecedero.
La realidad de las cosas se maquilla con el efecto sedante del tiempo.
A esta imagen, le acompaña una música...
lunes, 20 de mayo de 2013
you've got a friend
You've Got a Friend - Carol King & James Taylor
Donny Hathaway
Toy Story 2
Michael Jackson
Simply Red
Barbra Streisand
Y una alternativa...
Eels
Otra
The Queen
lunes, 13 de mayo de 2013
¿Alguna vez te ha picado una abeja muerta?
Was you ever bit by a dead bee?
Me picó una, una vez, y no creo que lo pueda olvidar.
jueves, 18 de abril de 2013
Vudú
Judith Decapitando a Holofernes (Artemisia Gentileschi)
Al final no he dado mi tarjeta de crédito.
No por desconfianza.
La web de Vudúexpress tenía el icono que indicaba que era segura, y si la compra superaba los veinte euros, me hacian rebaja.No por desconfianza.
Ni el libro de maldiciones traducido.
No hay placer, en realidad en producir un dolor que no voy a poder ver.
Ni en ser un maltido hijo de puta.
Porque quizá eso es lo que se puede esperar de mi.
Lo único que me produciría sería amargura.
Me envenenaría el alma.
Lo que conseguiría en último extremo es que los alfileres me los estuviera clavando yo.Prefiero seguir siendo como he sido siempre, a pesar de todo.
Pero, ¡Lo que he disfrutado pensando en ello!
jueves, 28 de febrero de 2013
Remiendo
Definición de remiendo... segunda acepción: "Obra de corta entidad que se hace en reparación de un descalabro parcial."
Orbital. Sad but true.
Orbital. Sad but true.
viernes, 22 de febrero de 2013
martes, 12 de febrero de 2013
A 250 Kms
A doscientos cincuenta kilómetros de ti; fuera de tu área de influencia; en el silencio de la noche, en una ciudad de provincias, y tus ruidos siguen sin dejarme dormir.
Los minutos pasan con una lentitud pasmosa. Enciendo la televisión, y sigue el partido de baloncesto más largo de la historia, o el más lento.
El lexatín no sabe a tranquilidad.
Justifico la necesidad de dormir, al menos un par de horas.
Pero los minutos se mueven con la cadencia de unos lentos sesenta segundos... uno tras otro.
Buenas noches, tristeza.
Las tres treinta.
Otra noche más.
Los minutos pasan con una lentitud pasmosa. Enciendo la televisión, y sigue el partido de baloncesto más largo de la historia, o el más lento.
El lexatín no sabe a tranquilidad.
Justifico la necesidad de dormir, al menos un par de horas.
Pero los minutos se mueven con la cadencia de unos lentos sesenta segundos... uno tras otro.
Buenas noches, tristeza.
Las tres treinta.
Otra noche más.
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E. Hooper |
miércoles, 23 de enero de 2013
The End
Sé que en el fondo, es mejor así.
Cuando no es recíproco.
Cuando la desconfianza y la mentira se apodera de tu mundo.
Te autoengañas; piensas que son imaginaciones tuyas.
Que hay que creer.
El tiempo no cura. Destroza tus propias convicciones.
Ahora toca olvidar.
Pero siempre es más difícil cuando al que le toca olvidar es a ti.
19 días, 500 noches...
No, los sueños rotos no dejan de ser sueños.
Y cuando se rompen como un vaso de duralex, aunque lo recoges y barres una y otra vez,
siempre hay una esquirla que se te incrusta en el alma.
Y es esa la que no te deja dormir por las noches.
A pesar de todo, siempre merece la pena vivir un sueño, aunque sea un instante.
Ahora toca navegar sin rumbo.
Respirar sin que se quiebre con el dolor.
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