lunes, 24 de enero de 2011

Copenhague



Me cuesta iniciar un relato.
Cuando la oficina está vacía, miro el ordenador que lleva conmigo todo el día, expectante, abro una página virgen y me quedo mirando al infinito hasta poner la primera palabra, quizá la primera frase.
La borro tan rápido como la escribo... Siempre pienso en los críticos que dicen lo importante que es la frase que inicia todo:

"Yo tenía una granja en África."

Siempre recuerdo esta frase cuando mis dedos simulan escribir mientras mi cabeza piensa qué transmitirles.
A veces es una imagen, una foto, un comentario en la radio... esa música que he escuchado en no sé qué lugar; claro, Ana siempre me dice que le plagio. Que me cuenta una idea para su propio blog y que luego voy yo y escribo sobre ese tema... Quien sabe.
Hoy mis divagaciones corrían paralelas a la palabra Copenhague, no como ciudad; más bien como canción.

Es la canción de presentación de ella. Cuando la reconocí era la canción que ella tenía en la cabeza. Era la canción que me regaló, que se incrustó en mi mente y se quedó grabada junto a su nombre para siempre. Era el principio de una lista de cosas que me relacionaban con ella.
La música me llevaba a ella; la ciudad me llevaba a la canción que me llevaba a su nombre. Y así iba creciendo la interrelación entre su imagen, con una serie de seres, músicas, imágenes que siempre relaciono con su nombre.
A veces me la imagino como un collage sin rostro ni nombre. Es Copenhague, es un concierto en Barcelona, es Monasterio de Arlanza, sin solución de continuidad, formando un mosaico de ideas, de palabras que, por partes son su esencia, y en conjunto es su nombre, que a la vez es la representación nominativa de la persona que tiene un rostro que, en al final, junto con su voz, es la realidad de su ser.
No sé cómo iniciar un relato.
Pienso en Copenhague. En viaje, en mar. Recuerdo un amanecer en la costa norte, el frío de la mañana, la luz de un amanecer de brumas rodeándome.
En realidad me estoy engañando... En realidad no pienso en eso, en realidad, siempre estoy pensando en ella.
Quizá mi siguiente relato debería empezar, no sé, quizá:

"Todos mis recuerdos tienen el mismo fin. Todos tienen el nombre de una mujer."

7 comentarios:

Tesa dijo...

"Todos mis recuerdos tienen el mismo fin. Todos tienen el nombre de una mujer."

Tu relato no podría empezar de mejor manera.

Miguel dijo...

Estoy de acuerdo, Tesa... ahora que tengo un principio, tendré que aprovechar.
Besos

ESCAECER dijo...

Miguel seguro que cuando escribimos una poesía, un relato, recuerdos, pensamos que lo pueda leer aquella persona que se sienta identificada..pues bien ..yo me siento identificada con lo que escribes...un saludo.

Miguel dijo...

Gracias Escaecer por pasarte de nuevo por mi blog. Me alegra que mis palabras te sean cercanas.
Un abrazo.

Alamut dijo...

... Yo tenía una granja en África ...
En ocasiones veo muertos ... bueno, esa no, esa es de otra entrada ... Y sabes que cuando tienes sequía de ideas llegas incluso a perdirme permiso .... Tú sigue intentándolo.
Besos

Miguel dijo...

Algún día, Alamut, saldrán las ideas solas... mientras tanto, ¿Me dejas uno de los videos de tu blog?
:-P
Besos

Chiyochang dijo...

Bonita entrada. Te he encontrado por casualidad y me ha resultado curioso lo que escribes. Sobre todo porque así se titula mi blog: "Yo tenía una granja en África"... Saludos!