lunes, 3 de noviembre de 2008

Los ojos


(Diego Rivera. Retrato de mujer)


Los ojos pardos parecían iluminarse en la noche cerrada de la habitación sin luces; miraban fijamente en la dirección de los míos, como si estos estuvieran abiertos también a una luz que brotaba de dentro.
Sus manos se dirigieron a mi cuerpo desnudo, sin temer al desencuentro. Me cogió de la cintura y me atrajo a esos ojos. Escuchaba su respirar agitado, o quizá era el mío; no sé.
Se mezclaron las respiraciones; su aliento entraba en mí, y los míos los lanzaba, intentando que descubrieran todo su ser. Los ojos se cerraron mientras las dos bocas se abrían con desesperación. Las lenguas recorrían cada extremo de las comisuras de la boca. Tras largo rato de exploración, las bocas se separaron, ansiosas por volver, pero cogiendo fuerza para el siguiente arrebato. Los ojos se abrieron. Las miradas se desearon. Las manos circulaban libres por el cuerpo ajeno, destripando las cosquillas y erizando el bello.
La sensación de que el tiempo se había detenido, de que su cuerpo era mío, y el mío de los dos, solo acrecentaba mis ansias de ir más despacio, para aprender a leer su cuerpo a oscuras.
Al rato, tras más sondeos, más descubrimientos del cuerpo ajeno, su cuerpo se mezcló con el mío, los ojos se cerraron mientras el labio inferior se mordía de pasión.
Tras la larga lucha, mi mano se perdió en su pelo. Sus ojos mirando al cielo oscuro de la noche de esa habitación. Los míos a su opaco cuerpo.
Silencio. Oscuridad.
El tiempo ha pasado… pero no la luz de esos ojos pardos en la retina de mi memoria.

2 comentarios:

Mencía dijo...

Joder lo que inspiran unos ojos!!! jajajajajajaja.

Cuando hay luz dentro sale por la mirada es cierto

Besotesmiles

LU dijo...

Guardamos en la memoria recuerdos completos o pequeños detalles que de una forma u otra nos remueven muchas emociones, sentimientos.
Biquiños