lunes, 27 de octubre de 2008

Por el barrio


(Fernando Botero- Naturaleza muerta con libros)
Paseo por el barrio como si fuera nuevo.
Hace años que dejó de ser mi barrio, para convertirse en olvido.
Desde que mis padres lo abandonaron a su suerte, yo no había vuelto a pasearlo. Igual, en algún momento, me colaba por sus calles para engañar al tráfico. Pero pasó, de un día para otro, de mi barrio, a otro barrio de la ciudad. Cuando leía alguna noticia de sus calles, me paraba para intentar recordar si, en la calle del suceso que anunciaban, había estado en algún momento. Después continuaba mi lectura de titulares y me olvidaba de su nombre.
Pero una muerte me obligó a volver. Laurentino, el vecino amigo de mis padres, decidió dejar también el barrio, pero sin vuelta. Porque le conocía, porque no quería que mis padres fueran solos al funeral, les acompañé. Triste; como todos los funerales, y muy silencioso. Cada vez más frecuento funerales, y cada vez más me impresiona el silencio de las palabras.
Mis padres se fueron a su barrio, y yo, con tarde libre por delante, dejé que mis piernas me pasearan.
La mayoría de las tiendas que recuerdo no tenían ni el mismo tendero, ni las mismas ocupaciones; la ferretería era un todo a cero sesenta. Panadería nueva, pero menos personal. Mira, la churrería seguía tan antigua y aceitosa como siempre.
No olía igual el barrio. Ni su aspecto tenía el mismo color. Supongo que ver las cosas de más pequeño, te da una perspectiva diferente. Ciertas cosas las tenía al mismo nivel que mis ojos, ahora. Antes, la pastelería tenía pasteles que, desde abajo, parecían más grandes. La perspectiva, que no era la misma.
La que se mantenía intacta era la librería. Mis piernas se detuvieron delante de su escaparate. Siempre tan grande. Y no recuerdo que lo rompieran nunca. Supongo que los libros no son tan suculentos como para robarlos y ponerlos en la manta de la Gran Vía. El tiempo, supongo, obligó a la dueña a que fuera también papelería. Cuando apenas tenía doce años, entraba con la excusa de ir a buscar un libro que me pedían en el colegio, y la dueña, a la que supongo caí en gracia, me decía, pasa, y mira, rebusca, por si encuentras alguno que quieras leer. Pasaba horas, me tenía que mandar llamar a su ayudante, porque me perdía en la inmensidad de aquella librería, llena de sueños, que tenía delante de mí. Paraba y leía poesía, o un relato corto, o las aventuras de ese naufrago. Igual me iba con un libro, que con las manos vacías, pero ella, siempre con una sonrisa, me invitaba a entrar.
Después me fui del barrio, y la librería desapareció de mi historia.
Todavía no habían cerrado, y no evité entrar. Un chico, como de mi edad, atendía a una señora que, con su hijo, pedía un libro de tapas azules. Buenas tardes, dije. Hola. Respondió con una sonrisa. Empecé a pasear por los libros sin prisa y sin rumbo.
La emoción de vivir lo vivido de niño me anudaba la garganta. Sus palabras, mientras repasaba un libro de Isaac Asimov, me removieron el alma.
Cuanto tiempo, niño, me sonrió. ¿Qué tal si pasas, miras, rebuscas, por si encuentras algún libro que quieras leer?

11 comentarios:

Mencía dijo...

Me ha ENCANTADO el cuadro.

La perspectiva cambia, cierto. Pero no sólo por la altura de los ojos, no sólo con el paso del tiempo. A veces cambia en cuestión de segundos, por la distinta altura que alcanza el alma.

Me gustó la nostalgia que transmiten tus palabras.

Besoslindo.

LU dijo...

La magia de los recuerdos de la infancia. Las librerías llenas de tesoros y tan personales. Un mundo maravilloso. Es bueno volver de vez en cuando por esos lugares que tantas veces recorrimos en el pasado. Es como recuperar esa porción de los sueños de entonces.
Biquiños

Nenhari dijo...

Bonito cuadro, la infancia es algo que jamás se debería perder, al menos esos recuerdos que todos tenemos.
Creo que no hay mejor etapa de la vida que la de la infancia.
Biquiños

ESCAECER dijo...

Ese echar la vista atrás al pasado recordando tu barrio es muy emotivo, me haces recordar el mío.
La nostalgia nos atenaza...
un saludo, me gusta "tus Blogs"

Sara dijo...

Nostalgico te noto, mi niño.
El otoño te deja melancolico???
Volver la vista atras a veces es un ejercicio de falsa memoria, pues tendemos a recordar lo que nos hacia feliz, no crees?.

besitos mojados y otoñales.

Miguel dijo...

Me encantó este cuadro; aún más su título.
No es nostalgía; o sí. Me gusta encontrarme con los recuerdos que me dejan un buen sabor de boca.
Besazos a kilos.

Miguel dijo...

Allí aprendí a soñar, la Dama se esconde, y disfruté de los descubrimientos. Me encantan las librerías. ¿Se nota?.
Besos

Miguel dijo...

Gracias por pasar,Nenhari. Me suena tan raro recordar lo que me pasó hace tanto tiempo! Y cuando salen a la luz, me dejan un maravilloso sabor de boca.
Besos

Miguel dijo...

Escaecer, un placer tu visita; pasa cuando quieras por mis blogs, aunque espero que mi nostalgía no te ponga triste.
Besos

Miguel dijo...

El otoño siempre me deja esta sensación, mi querdida Sara. Pero no es tristeza, que es ganas de recordar lo que queda de bueno en mi pasado.
Besazos, muchos

Pepe del Montgó dijo...

Soy de un pueblo de costa que ha cambiado tanto con el turismo que muchas veces me tengo que imaginar tiendas, calles, rincones.