(Escher)
Yo también sueño en blanco y negro.
No sé dónde, o a quien leí, o escuché decir, que sus sueños no eran en tecnicolor; que eran en blanco y negro. A mí también me pasa. Unos, que otros vienen en colores vivos y con música pregrabada incluso.
Pero de él sólo tengo sueños en blanco y negro. Creo incluso que mis encuentros con él eran en ese bicolor. Después, mucho después, al visitar aquella casa vacía que dejó él y la tía, reconocí que había color; que si se levantaban aquellas persianas venecianas que daban a la calle empedrada, se veía pasar el mundo, y la luz iluminaba el salón. Era como una foto que se pudiera tocar. El salón no se movió de ese lugar y de esas formas en años. La mesa y las sillas llevaban toda la vida allí, y de esa manera colocadas. Las fotos que ellos tenían de recuerdo me traían imágenes de personas ya olvidadas. Incluso esa que estaba en brazos de él, mi hermana, que tampoco estaba ya, aunque seguía viva en cada uno de mis momentos.
No recuerdo de él que tuviera la piel dura, ni el color del pelo distinto del blanco, ni si su tacto era frío al contacto conmigo. Le recuerdo sentado en la silla de mimbre, mirando la puerta de entrada al salón que tenía a su izquierda y con la voz ronca, como de ultratumba.
Todo se llenaba de solemnidad a su lado. Estirado delante de su mesa, parecía que el mundo del salón era de su propiedad, y que nada de lo que allí sucedía era ajeno a su voluntad.
No sé nada de él. Era mi tío, o eso creo, aunque no sé si era de esos tíos a los que llamamos tíos, pero no lo son en realidad. O son tíos segundos, o primos hermanos; o alguien, que finalmente, cuando muere, te enteras que llevaba años en casa, pero que nadie sabía de parte de quien podría venir. Pero la costumbre le tenía allí.
Pero de él sé sus historias. Era guardia civil. En la época negra de nuestra historia. La guerra civil le vino, como a todos los de la época, en un bando. Supongo que él siguió en ese bando, porque también le interesaba; aunque no hablé de política; o de si unos eran buenos o malos. Creo que ese recuerdo le dolía. Vivir en pueblos de Ávila, dónde todos eran familiares, amigos, hermanos, y tenías que tomar posición, no era sino dolor lo que notaba en las arrugas de su frente al recordar.
Pero él no me hablaba de eso. Me hablaba de la aventura de vivir. De cómo visitaba a su novia cuando era mozo, como se le cruzaban los lobos, que había, y muchos, en la zona.
De cómo jugaba a cosas que ya no existían, y ya no recuerdo. Que el balón era de tela, que la vida se movía despacio.
Al recordar sus historias en blanco y negro, siempre me imaginé que su vida tuvo que ser apasionante; llena de aventuras y de recuerdos que la edad los añoraba.
No sé nada más de su vida. Murió, creo que en la misma silla desde la que nos saludaba los domingos por la mañana, cuando íbamos a visitar a la familia.
Soñé meses antes con su muerte. Sabía que la vida se le apagaba antes siquiera de que él lo supiera. El último día que le vi, le di el abrazo más grande que recuerdo que di con diez años. Lloraba ante la sorpresa de todos.
Él no me dijo nada. Sonrió, creo que por primera vez, y me contó una historia, de amigos perdidos.
12 comentarios:
Puf niño!
Me gusta como escribes ¿sabes? ... llenemos nuestra vida de aventuras y recuerdos que añoremos con la edad y el paso del tiempo; abracemos como si fuera la semana previa a nuestra muerte.
Besos.
Todos tenemos un antepasado con la sabiduría... con mucha vida... con tesoros valiosos que contar.
Lo que pasa es que en el momento en que cruzamos nuestros caminos no estamos a la altura, no estamos preparados para absorver... para aprender... para disfrutarles.
Los recuerdos que tengo de gente mayor en el pueblo también me parece tenerlos en blanco y negro. La verdad es que en mi pueblo todas las mujeres mayores vestían de negro y los hombres con pantalones y camisas grises, y sólo los domingos y para las fiestas se ponían una camisa blanca.
Yo estoy empezando a perder muchos de los recuerdos que tenia, será porque tengo demasiada información en mi cabeza? O será por esat maldita enfermedad que me a tocado aguantar?¿
Sea lo que sea tu has hecho que se refrescara mi memoria, gracias.
MIl besos tempraneros como siempre!
Te dejó un tesoro con relieve: su recuerdo...
Me ha encantado leerte.
Un saludo
Maravilloso. Es realmente entrañable. Los recuerdos de infancia y las historias de un familiar que con el paso del tiempo se van incorporando a nuestra propia vida.
A mi me fascinaba escuchar de niña a mi abuela. La veía tan mayor que me costaba imaginar que en algún momento había podido tener mi edad.
Cada vida que se nos cuenta nos parece llena de aventuras y emociones. Y hay personas especialmente dotadas para transmitir.
Biquiños
Abrazo y beso para que no se olviden de mi paso por el mundo. Es lo poco que dejaré... (vaya comentario pesimista, po Dios)...
Besazos, muchos...
Cuanta razón tienes Tesa. Añoro a mis abuelos, y a lo que me podrían contar sobre nuestra historia, sobre la suya, sobre la familia, sobre mi.
Hace un tiempo, Pepe, me encontré, por cuestiones de trabajo, en un pueblo de Zamora, que era en blanco y negro. Creí vivir en un sueño... o en una pesadilla.
Espero que tus recuerdos permanezcan en tu memoria,para contar a tus nietos, Gattaca, que seguro que tendrás mucho que contar...
Besazos
(¿Enfermedad?... espero que nada que te quite el sueño)
sine die... encantado de que pases... cuando quieras. Saludos
Espero que los recuerdos de los abuelos, mis padres, pasen a los pequeños de la familia, y perduren anécdotas, momentos de la familia, de la vida...difícil tarea.
Me encanta esa imagen con tu abuela, la dama se esconde... es entrañable.
Besazos
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